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domingo, 5 de enero de 2014

Volvió a estallarme en los ojos una granada



    

  

  La Navidad explota de verdad dentro de mí cuando mi madre me deja en la mesa, como cada año, el blanco plato que contiene solo la granada. Para qué suspense alguno, qué necesidad de burdo envoltorio, ninguna añagaza necesita una granada. Únicamente en Navidad, ya digo, para no habituarme, para no acabar por ser indiferente y ciego a su escandalosa belleza. Que los hongos de la costumbre ni un ápice la empañen. Todo entonces en presencia de la granada queda postergado. Ser sólo ojos para la granada. Acercársela a los ojos como un perista tronado. Primero escudriñar esos colores mates y flamígeros entreverados, esa disolución de tostados en carmesíes y arreboladas viceversas. Te dejan ya suspendido, como niño en navidades, eso. Preparado el ánimo, dispuesto y elevado para lo que luego viene, cuando la abres con la punta del cuchillo, pirata que descerrajara el más valioso cofre anhelado y…  ooooh, no por conocidos la explosión, la traca, el estallido de toda esa magnificencia menos efectivos, como nuevos de nuevo cada año, abracadabrantes, los ojos hasta su quicio espantados de belleza, el mismo fondo de las mares incendiado, el geométrico arrecife de madreperlas luminiscentes ante ti. Podría darse un apagón entonces en la sala, que seguirías del todo atontado tras ese resplandor.  Qué pereza y qué delicado gusto al cabo paladear en la punta de la lengua ese licor sólo suyo tan rico, que enreda y confunde el acíbar y el almíbar, que hasta de grana te pintarrajea los labios.  Los labios, mis labios, tus labios. 



LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm, cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)

1 comentario:

Napo dijo...

No me da envidia la granada, ni sus colores ni sabores. Ni el plato me da envidia. Sí me da toda la envidia imaginable ese amor de madre del que usted disfruta. Cada año. Constancia. Amor. Atención.Detalle. Rojo. Sangre. Dulce.Mimos. El amor de madre es lo único que no marchita el tiempo.

Disfrútela don José Antonio. Quiérala aún más. Que Dios se la conserve muchos años.

Póngame a sus pies y dígale que el mejor regalo de Reyes que yo hoy podría recibir sería un plato vacio sobre mi mesa... puesto por mi madre.

Que Dios les bendiga.