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jueves, 28 de junio de 2012

Deprisita, que en cinco minutos cerramos, guapetón


   
    ¿Y por qué se me escaparía a mí lo de “guapa”, si frisaba la buena señora los sesenta y ni por asomo lo era? Los temblores, debieron ser los temblores. Pensé, se pensará ella ahora que le acabo de tirar los trastos y me arreará un karatekazo que no olvidaré en… justo, lo que queda de mi vida. Me miró perpleja, ajaponesando los ojos negros tras unas gafas ovaladas. Le brindé yo un gesto algo penoso con las manos a modo de disculpa. Me hizo odiosamente repetir ella el jodido título, “¿que si tienes Lo que queda del día?”. 
   Hostias, es que en efecto, podía parecer la cosa una proposición deshonesta en toda regla. Cerró ella muy espiritualmente los ojos oblicuos –como si todo allí virara de golpe hacia el Lejano Oriente-, permaneció un rato en algún limbo suyo, o de Buda... los abrió al fin y, señalando hacia el fondo oscuro que había a su derecha, pronunció sibilinamente: “si está… busca por ahí, y si no lo ves… es que no está”. Incliné el melón ante la Señora, como un monje del Tao ante una máxima de Confucio y allá que me encaminé. Por la espalda me alcanzó más alto su castizo retintín: “y de-pri-si-ta, que en cinco minutos cerramos… guapetón”. Glups, estábamos en los madriles, esto no era Kyoto, y me estaba bien empleado, por melón, así es que ni giré el ídem.   
      
    Tenía cinco jodidos minutos para encontrar Lo que queda del día. Hubiera ido por mi gusto tirando uno tras otro de los combados estantes, para apartármelos de la vista, todos aquellos libros, pues no era ninguno de ellos el Deseado. Nada, ni rastro de Lo que queda del día. Doblé más aún la cerviz,  hacia los más arrinconados tomos por los suelos. Ah, mi coronilla a ras de zócalo como el cono de una linterna contra el techo. Me sentía muy desnudo así, mas debía como fuera encontrar El Libro. Apagaron una luz, se escucharon unos carraspeos admonitorios y la sesentona iba a darme ya un toque, seguro,  cuando… ¡lo encontré!  
    Cinco leuros y una nueva máxima confuciana de la dueña, eso fue todo: “Ya se lo dije, de estar… ahí tenía que estar, y si no está ahí… es que no está. Eso es lo que nos queda del Japón”. “Muchas gracias, Señora”, le dije yo, y escapé de allí lleno de un raro júbilo júbilo, como un novicio budista que acabara de alcanzar el salmo de una sabiduría milenaria, como un Padre feliz que entre las manos llevara una llave muy valiosa, un tesoro muy sagrado, “Lo que queda del día”.
   "Hijo", le dije ese mismo día, espiándole al tiempo cada uno de los microgestos de la cara, "te he traído una gran novela, importantísima para conocer los valores y recursos narrativos, para entender la construcción de un punto de vista y de unos personajes memorables. Te va a encantar, ya lo verás. Y la ha escrito un japonés, Kazuo Ishiguro, je, jé". Tomó entre sus manos Lo que queda del día, se resopló el flequillo, acarició la cubierta un instante, contrajo un punto los músculos faciales, y con voz cadenciosa, como un samurai precoz me dijo...


   Post/post: lo que él entonces me dijo te lo diré yo mañana, lector, que no quiero más por hoy invadir tu Tiempo, que es sagrado para mí. Gracias a Juan Carlos, y a CHARO y ROY por no dejarme solo con el japonés, por bloggear ayer a mi lado, gracias a adamirta mendoza por seguirme en el blog, GRACIAS.

2 comentarios:

Monica dijo...

Ya queda poco de día y mucho por pasar. Saludos

CHARO dijo...

¡Pero como se te vá a dejar solo cuando estás así de inspirado,guapetón!.

-Además, Jose, hay citas y temas que uno queda concernido.Y merecen sobradamente la pena.

-Además,sabes lo que me rio imaginándote con la sesentona?.Tratando tú de mostrarte delicado y con la debida educación(un poco inoportuno en el horario,eso sí)y recibiendo a cambio un trato mezquino y tan poco profesional de una señora que,por supuesto es incapaz de reconocer,no ya al nipón escritor,sino al mismisimo Ivory.
Bueno,qué le vamos a hacer.Así es la vida.Bien lo sabes.Por tanto,mejor que te lo tomes con sonrisas condescendientes.No hay
vuelta.

-Además,me parece un poco impresentable por tu parte,ir fragmentando tanto el relato.¡HOMBRE!,que es un sin vivir.Qué no se puede aguantar.

-Además,tén cuidado con tu hijo.Yakuza.

-Gracias por mostrar esa foto de Emma Thompson.Siempre he pensado que se trata de una mujer muy atractiva.Y por descontado gran actriz.
¡Cómo pueden existir los Hopkins de turno haciendo esa clase de putadas a chicas así!.

-A Mónica,me gustaria decirle que,¡MUJER!,no seas tan lapidaria.
Queda mucho del dia y no tanto por pasar.Saldremos.

Un abrazo.