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lunes, 13 de septiembre de 2010

Reverendos Pirómanos


Al final las presiones de todo tipo en torno suyo hicieron efecto y el reverendo Jones se riló. Por supuesto que está muy mal quemar Coranes en público. Y cierto es que, cómo diríamos, las trazas que apunta el reverendo Terry Jones resultan atrabiliarias. Ahora bien, que el mismo presidente norteamericano haya buscado a fondo la polémica pública en el asunto resulta como mínimo chocante. Y los argumentos esgrimidos por Obama merecen, a mi jucio, escasa reverencia: “la acción pondría en peligro a nuestras tropas en Irak y Afganistán”. Ese peligro ya existe, y las baladronadas de Jones nada relevante añaden al asunto. Dice también Obama que “servirá para que Al Queda reclute más combatientes”. Pero quizás lo que más contribuya a eso sea la propia deriva de una guerra contra el totalitarismo que se está perdiendo. Cuando Jones sostiene que el Islam posee una voluntad de dominación del mundo no está inventando nada, y que un presidente norteamericano finja ignorarlo sí que es una novedad mayúscula.


Más bien lo que revelan las premisas obamitas son la interiorización en el cerebro del comandante en jefe de Occidente del propio “discurso” victimista que los fanáticos sin cesar propalan, en virtud del cual sus propios crímenes nunca son reprobables, ya que son los mismos sólo la inequívoca demostración de su persecución (¿), y cualquier respuesta a los mismos una bárbara provocación más. Así, las quemas urbi et orbe de los Versos Satánicos, -de la quema de banderas Usa para qué hablar-, la persecución implacable y las sentencias a muerte a quienes osan desde dentro cuestionar el islam nunca cuentan, ni ponen en peligro nada. Sorprende asimismo el rápido placaje de Mr Obama a Jones, en contraste con la prolongadísima melée que en su día mantuvo con el otro célebre reverendo Wright, cuyos incendiarios discursos incitaban a la violencia, maldecían a América y responsabilizaban, claro, a la propia política norteamericana del atentado de las Torres Gemelas.

Y también en esto el gobierno zetapeico ha dado un poco más alta si cabe la nota bochornosa: lo de Jones es “ultraje” y “provocación” por parte de quienes “buscan ofender los sentimientos más profundos de millones de personas”, ha dicho, sin que a Moratinos le temblara el turbante que hace poco sobre el cacumen se plantó. Vamos, que quemar el Corán es lo peor de lo peor, pero cogobernar con quienes llaman en Cataluña a arrancar y quemar en plaza pública las páginas de la Constitución española resulta nunca visto progreso y formidabilísima ampliación del futuro, "tamaño Miguelín", de España. Y es que, claro, el Corán, para nuestros particulares agnósticos dominantes, no es ni discutido ni discutible. Donde esté el reverendo Tardá, -“¡muera el Borbón!”- que se quite Mr Jones.









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